Cada fuente tiene su contexto
En el marco del Diploma de Tipografía Digital, el cual inicia el 9 de agosto del presente, presentamos la siguiente columna escrita por unos de los relatores del curso,el diseñador gráfico de la Universidad de Chile, Joaquín Contreras, Socio fundador de Estudio Navaja, quien se refiere a la importancia que tiene esta materia en el campo del diseño.
Cuando nos enfrentamos a cualquier texto escrito al que debemos dar formato —sea Word o InDesign— tenemos que elegir una fuente tipográfica para darle un caracter al texto. Señalización, poemas, un texto escolar, un memorandum, sitios web, etc. Cada uno tiene su tipo de letra, y los diseñadores somos los que saben elegir cada tipo para cada caso. Se supone.
En nuestra disciplina, si bien existen conocedores de los tipos de letras, su historia y función, son los menos. Y la verdad para elegir un tipo de letra, no basta con que sea más “femenina “o más “deportiva”, ni de si Comic Sans es realmente infantil o Helvética la más neutral. Como toda especialicación disciplinaria es el resultado de la confluencia de un gran número de conocimientos que no son sólo estéticos: Caligrafía, Historia, Software de diseño, codificaciones, alfabetos del mundo, Idiomas, Ortografía, Edición de textos, historia de la impresión, resoluciones de pantalla, legibilidad desde el punto de vista de la óptica, la gestalt, etc. No se trata de ser eruditos, pero si de tener criterios, y saber en qué están basados estos criterios.
Suzana Licko, una diseñadora (de tipografías) emblemática de los 90′s decía “leemos mejor lo que leemos más”. Y tiene razón, una letra gótica es más fácil para un Alemán, cuando a nosotros nos parece una textura más que un texto. Pero a la hora de elegir una cerveza, una buena Letra Gótica nos hará disfrutar cervezas que de otra forma ni pensaríamos en probar. Por dar un ejemplo simple.
Hay letras que sirven para ciertas cosas y no es sólo cuestión del buen olfato del diseñador o de que una letra S es más sabrosa que otra (¡aunque las hay!).
Para ejemplificar en el punto de la elección de tipografías para un texto determinado quiero hablarles de dos diseños de alfabetos que son emblemáticos y que seguramente conocen al menos de nombre: Bodoni y Helvética.
Esta fuente al solo mirarla nos remite a varias ideas que tenemos preconcebidas sobre cómo se puede usar.
Podemos decir que es Elegante, que es Femenina, también nos puede parecer clásica, anticuada o incluso nos remite directamente a revistas de moda o perfumes.
Sin que nada de esto sea relacionado directamente a que sus formas son sinuosas, a que tiene serifas (esas patitas en su base y terminales) o que su contraste entre líneas gruesas y delgadas es notable.
En el caso de Helvética… bueno es Helvética, a mi me gusta llamarla la Coca-Cola de las fuentes. Está en todos lados y la gente la usa para casi todo. La vemos en infinidad de Marcas, Libros, señalización, sitios web y etcétera, etcétera.
Seguramente porque sentimos que su forma es neutra, que es invisible, o que estamos acostumbrados a verla.
Pero saben, usar helvética es como hablar en inglés. Asumimos su neutralidad porque estamos inmersos es una cultura que habla inglés (y que usa helvética). Es la fuente de nuestro tiempo, de la globalización y del sistema económico en que vivimos.
Puede ser que su falta de contraste, la ausencia de serifas, o sus razgos casi geométricos los que nos hacen pensar que no tiene personalidad. Bueno, me imagino que ya saben para donde va todo esto: El contexto cultural en que voy a usar la fuente es tan importante como el contexto cultural en que se creo la fuente.
¿Cultura?, si cultura. Bodoni es un fuente de Italia creada a finales del 1700. En una Europa con imprentas que trabajaban libros de lujo que leía la gente adinerada y Europa era practicamente el centro del mundo. No es un cliché que Bodoni esté en las revista de moda, ni que sea sinónimo de distinción y elegancia. Giambatista Bodoni, creador de la fuente, era un impresor y tipógrafo que antes de tener su propia fundición de tipografías fue director de la Imprenta Real. Es decir, todas las características que nosotros creemos ver en la fuente, en realidad están dadas por su uso, que se ha transmitido de generación en generación y con los mismos valores que su creador.
Y cuando la fuente Bodoni sale de su tierra natal y nos llega instalada a nuestros computadores 3 siglos después, el arquetipo está casi intacto. Una fuente nos comunica las ideas de cómo ha sido usada hasta ahora y esa es la forma en que aprendemos de la tipografía.
Helvética, es de Suiza a mediados de los 50′s, encargada por un distribuidor de alfabetos en sistema fotomecánico, en busca de una alternativa comercial a una de las fuentes más vendidas de la competencia: Akzidenz Grotesk. Edouard Hoffmann dueño de la empresa, le encargó a Max Miedinger que diseñara una alternativa a la Akzidenz y lo logró muy bien. Punta de lanza del llamado “Estilo Suizo Internacional”, en gran parte es lo que conocemos actualmente por modernismo.
No es la fuente más bella, ni la más legible y la verdad, la neutralidad no es más que una ilusión. Helvética funciona, se vende, ese era su fin inicial. Ahora tenemos muchísimos diseños con helvética y se ha vuelto un estandar internacional sin precedentes. Tanto así que es la única fuente con una película: Helvética Film de Gary Hustwit.
Es por este tipo de cosas, que no basta con saber si tiene o no serifas o si creo que es más Elegante o neutral, la tipografía es una disciplina compleja que apasiona a pocos, pero que usamos todos, cada día a cada rato, ahora mismo por ejemplo que estás leyendo es te sitio diseñado con la Maven Pro de Joe Prince, distribuida de forma gratuita por el proyecto Google Fonts. < http://www.google.com/webfonts/specimen/Maven+Pro >
Todo texto requiere una fuente, cada fuente tiene un contexto y cada texto tiene un lector, de eso se trata elegir tipografías.
por Joaquín (jko) Contreras
Profesor diplomado Tipografía Digital U. Chile.
jkocontreras.cl
Columna publicada el viernes 27 de julio de 2012, Vía ETC
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